Luego de un largo periodo de paz, el sabio Fakazoo de la ciudad de Ullathorpe, vió un oscuro porvenir para los ciudadanos. Desesperado por esta visión desarrimó su barco y fue lo más rápido que pudo a la ciudad de Banderbill.-¿Qué sucede? –Exclamó el rey al ver el rostro preocupado de Fakazoo.
-Desenfunden sus armas, el mal está cada vez más cerca.
El rey resignado, ya que las fuerzas del mal cada vez eran más fuertes, se dirigió a su mensajero y le entregó un último mandato.
A través de dos cartas, ambos jefes de los Ejércitos de las tierras de Arkhantos se comunicaron con sus gobernados. Primeramente, el Caos anunció a sus luchadores que existía un plan de atacar la ciudad de Ullathorpe, centro de estas tierras, hasta ese momento, una ciudad neutral. No pasó mucho tiempo para que los pertenecientes a La Armada recibieran sus noticias y así, llegado el día pactado, ambos ejércitos se encontraran en sus ciudades esperando la hora del asedio: los ciudadanos, reunidos en Nix, y los caóticos, agrupados en Arghal, esperaban ansiosos demostrar la fuerza que habían recobrado en esos últimos tiempos.
El momento había llegado, se veían los rostros preocupados de los jóvenes que en su vida habían desenfundado un arma, los nervios aumentaban, las espadas se volvieron en el mejor amigo del combatiente, ya que sin ella la vida estaba perdida.
-¡Es la hora! – Exclamó el Rey
-¡Larga vida al Rey! – Se escuchaban las voces de los valientes luchadores.
Era la hora de la verdad, el ejército caótico parecía tener una gran ventaja en número, pero eso no le preocupaba al rey, ya que él sabía que al acabar con sus generales todo estaba perdido para ellos.
La Armada real tomó una pequeña ventaja y pudo ingresar con algunos combatientes al centro de la ciudad, donde se encontraban el General Linewet y su lacayo JugoDeNaranja, principales soldados del Demonio. La muerte de uno de ellos definiría la batalla, por lo que el ataque se concentraría en dos partes: atacar al General enemigo y el detener las oleadas enemigas, sea quien fuere que estuviera dominando el centro de la ciudad. La ventaja que tomaron los ciudadanos les sirvió y mucho para esperar al batallón del demonio más organizadamente.
La batalla seguía su curso, con los ciudadanos dominando el centro de la ciudad y a la vez golpeando sin respirar al General Linewet que a gritos pedía ayuda de sus fieles caóticos. Por momentos los caóticos tomaron ventaja, atacando desde las casas y los comercios de la ciudad, pero los ciudadanos reponían sus fuerzas, dejaban de lado un momento al General caótico y hacían frente a la oleada enemiga.
El General Linewet al ver que su ejército no lograba avanzar con firmeza, llamó al General Tkhen, Jefe de tropas del Demonio, para que ayudara a su ejército. El llamado a esta importante figura tomó por sorpresa a los ciudadanos, se sintió el rigor en el suelo y el rey comenzaba a desechar sus esperanzas. El mal parecía tener grandes chances para lograr la victoria por la llegada del general Euthdel, terminando con la vida de varios luchadores con pocos golpes. Su poder era temible y los ciudadanos trataban de evitarlo, inmovilizándolo, sin atacarlo, ya que parecía inmortal. La ayuda de Euthdel fue importante para que el Caos avance y penetre hasta el centro de la ciudad en donde el combate era cada vez más ardiente.
Las fuerzas del rey finalmente lograron establecerse y atacar al General Linewet que se encontraba solo. Pero esto duró unos instantes, ya que el ejército caótico se hizo presente nuevamente, fortalecidos y unidos, para destruir las fuerzas del Rey que querían apoderarse de la situación. De este modo, los caóticos continuaron con la matanza de los ciudadanos a tal punto que solo quedaban criminales en el área de guerra.
El rey con sus esperanzas perdidas, ordenó una ultima acción
-Morimos con honor, este no será nuestro fin. – Dijo con sus últimas fuerzas.
La espada del Rey parecía brillar de una forma inexplicable. Los dioses estaban de su lado. Con sus últimas fuerzas el rey empuñó su espada con las dos manos y aprovechó la distracción de sus valientes guerreros para darle el golpe final al general Linewet.
-¿Cómo pudiste? –Dijo el general Linewet sin respirar.
-¡La alianza venció! – Exclamó el Rey
Cuando parecía que todo estaba perdido para las Fuerzas del bien los demonios y sus aliados empezaron a caer, poco a poco, perdían sus fuerzas.
El rey había puesto su vida en ese golpe.
Muchos dicen que era su alma la que brillaba en el filo de su espada, otros dicen que los dioses le dieron la victoria con la condición de que él se una a ellos en el Olimpo.
¿Qué nos deparará el futuro de las tierras de Arkhantos? ¿Los ciudadanos queriendo expandirse más aún ante este diezmado Ejército caótico? ¿O los caóticos dirán que no está muerto quien pelea, y tomarán una actitud ofensiva por sorpresa?
Los interrogantes pueden ser muchos, pero lo cierto es que las próximas batallas definirán el destino de las facciones y de los habitantes de las tierras de Arkhantos.